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27 de mayo de 2009

NO SE ENTIENDE

Breves apuntes sobre la influencia del color 

Hay cosas que se entienden y cosas que no.

Se entiende a la primera que las marcas, la industria y el comercio persigan con ahínco y con mucho estudio el lucrativo sueño de cumplir sus objetivos: vender, vender y vender. Y se entiende, en consecuencia, que, para conseguirlo, recurran a las artes y a las ciencias del shopping, a la antropología del comprador, al conductismo, al diseño, a la semiótica y a la óptica, y no duden en servirse de los conocimientos sobre el color y su probada influencia en la actividad y las decisiones de las personas, tanto en espacios como en diseño de envases.

No se entiende, sin embargo, que los mismos actores que se ocupan y preocupan de todo esto y casi los mismos que pierden el sueño por que su logo, su imagen de marca o sus mensajes respondan a criterios cromáticos equis o zeta como medio ideal para su expresión corporativa, todos estos, sin embargo, ignoran u olvidan de la manera más olímpica la importancia de los colores (y muchas otras variables, hay que decirlo) en el diseño de sus propias oficinas y espacios de trabajo. ¿Cuchillo de palo en casa del herrero? ¿Es que lo que sirve para un consumidor no vale para un trabajador? Resulta sorprendente –y hay casos muy notorios– que todavía existan muchas grandes firmas en las que este trabajo está por hacer. Basta con observar las oficinas de Intel y compararlas con las de, por ejemplo, Google en Zurich, y la frase típica saldrá sola: ‘No hay color’.

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